Crecí pensando que el amor era entregarlo todo y que si era amor, debía estar lleno de renuncias, sacrificios y apego. Abandoné algunas ideas y postergué algunos sueños antes. Me hicieron creer que la cercanía alimenta los afectos y que despedir a las personas, abre interrogantes sobre el amor que uno siente por ellos.
Nadie me dijo que irme todo el tiempo era parte de crecer y que crecer es necesario para amar correctamente. Luego, con la distancia y el amor, entendí que la madurez puede que sea todo lo que se necesita para determinar el tiempo de duración de cualquier tipo de relación.
Quien te quiere, entiende que hay cosas que debes hacer sola/solo y que aunque debas irte te acompañará en la distancia, te animará y te esperará.
Él, siempre quizo escalar el Everest, sonríe cada vez que me lo dice, yo quiero ir también, si es que es posible, pero sino, él tiene que ir porque es su sueño. Solamente debe prometerme que sobrevivirá, nunca le he dicho que no, no le he dicho que se quede, no tengo miedo que tarde, solamente quiero que regrese.
Nunca me sentí segura de un "para siempre", porque las personas no son candados en mi mundo, pero creo que cuando alguien está determinado a quererte y a ser fiel en sus sentimientos consigo mismo y con quien ama, no importa la distancia, no importa el tiempo, sabrá honrar su palabra. “La distancia no es un problema. El problema somos los humanos, que no sabemos amar sin tocar, sin ver o sin escuchar. El amor se siente con el corazón, no con el cuerpo.” Gabo
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