El día que me fui a vivir a Belgica, adios Colombia
- Pau Velandia

 - 6 nov 2019
 - 2 Min. de lectura
 
Actualizado: 2 may 2020
No se va, es la vida que la lleva...

Cruzando mares, montañas, desiertos,  selvas y aguas de color turquesa, empezó a entrenar sus alas. Al  igual que su fraterno Caribe, se descubrió entre las olas y las  palmeras. Aprendió a domar con música al ejército de orugas que  llevaba en su interior cada vez que cruzaba la puerta y dejaba. Cada vez  que dejaba, para volver a comenzar. La peregrina quería acostumbrarse a  llegar y marcharse. A estar con ella, a soltar, a fluir, simplemente a  ser. Descifraba cómo salir sin huir, cómo volar sin caer, cómo desatar  todo lo que ataba, cómo evitar el agridulce de la emoción-ansiedad, de  los nervios-miedo. Querer irse y quedarse a la vez era su mayor hobby,  a  estar sin estar. Llevaba tatuado en el alma un tricolor 💛💙❤️ pero  siempre supo que ese no era su hogar, que el hogar se compone de más.
Le  gusta ser una alquimista de sueños, los crea y recrea a la vez. Su  espíritu impulsivo no lo piensa 2 veces, es liviano como una pluma, se  deja llevar por el viento 💨. Y es que si la entendieran, sabrían que  ella nunca se va, es que la vida la lleva. Me pregunto si ¿el universo  sabra que el corazón es su piloto? El amor siempre fue su directriz  así ella ni lo imaginará. El amor al otro, al mundo, a los sueños, a los  nuevos comienzos. En esta vez no era la excepción. El corazón una vez  más decidiría el tiempo y el espacio, el rumbo y la dirección de la  brújula.
Almas imanes y cómplices, caminantes del mundo se encontraron y en un afán por quererle darle fin a los kilómetros construyeron un puente intercontinental, uno más fuerte que cualquier material. El amor el amor como plan de vida. Tuvieron que amarse a ellos mismos y en soledad, para conocerse, descifrarse. Esperaron pacientemente con calma y constancia y les llegó el turno de estar y de entregarse a la odisea del azar, a seguir el latido del corazón, al riesgo de ser, a la rebeldía de ser, a la osadía de soñar en tiempos de capitalizar, a la aventura de amar... se atrevieron a ser felices sin más.



Comentarios