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Foto del escritorPau Velandia

El Páramo de Sumápaz, un destino cerca a Bogotá



Había llegado hace unos días a Colombia después de 8 meses por fuera; viviendo en Brasil, recorriendo el sur de Suramérica y aventurándome por primera vez en tierras desconocidas de idiomas y culturas extrañas en la Europa del este, un continente nuevo para mi, que a penas empezaba a volarme la cabeza.


En esta ocasión no tenía muchas ganas de regresar al país. Tenía sed de mundo 🌎, quería aumentar la dosis y seguir andando sin rumbo, quería prorrogar los encuentros, mientras organizaba las ideas.


Sin embargo, volví. Volví a “hacerle frente a mi adición viajera” y terminar lo que deje pendiente. Pero como buena paciente en tratamiento de desintoxicación, no dejaba de pensar en viajes ✈️. Diseñaba rutas, averiguaba destinos, buscaba pasajes económicos y contaba mis ahorros día a día para ver a donde me alcanzaba para volverme fugarme.




Y di la primera probadita, mi primer mini viaje 🚘. Me decidí ir al Páramo de Sumapaz, un lugar muy cercano a casa 🏠 (a 1 hora) al que nunca había ido porque antes era peligroso (zona roja, la guerrilla controlaba la zona).


Pero esta vez, había llegado dispuesta a contagiar a otros con mi vicio, para que entendieran un poco de mi ansiedad de viajar. Arme el plan, aceptaron y en cuestión de 2 días ya estábamos embarcados todos en el carro de mi mamá. Fuimos con su esposo, mi mejor amiga y su hermana, quien también es mi amiga y un amigo austriaco que estaba alojando en mi casa.






Madrugamos y al llegar quedamos perplejos con tanta belleza ¡el Páramo en todo su esplendor, el más grande del mundo! en plena Cordillera Oriental de Los Andes. El lugar de amor 💓para nuestros aborígenes músicas.


Después de 24 años viviendo en Bogotá, lo conocí. Y lo mejor, había gastado menos de 1 euro entre transporte y alimentación (no se paga entrada). Una vez más había comprobado y demostrado que viajar no depende del dinero💰. Hoy 2 años después, veo esta foto y extraño como nunca a mi mamá y mis montañas. Pero puedo darme el lujo de decir que no me fui sin conocer mi país y mi continente (27 departamentos y toda la cordillera de los andes, de norte a sur) y que aproveche el tiempo con las personas que amo y aún tengo allí.




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